Hepatitis: La cara menos vista del exceso de alcohol


En el marco del Día Mundial de la lucha contra la Hepatitis, el 28 de julio, Mayo Clinic lanza una importante advertencia sobre el alarmante aumento de la hepatitis alcohólica, particularmente entre los jóvenes. Este incremento se vincula directamente con el consumo excesivo de alcohol en cortos periodos, una práctica conocida como "atracones de alcohol".

El alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida tanto en Colombia como a nivel global. En el país, según la más reciente Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas del DANE, el 84% de los colombianos entre 12 y 65 años ha consumido alcohol alguna vez en su vida. De ellos, el 54.5% lo hizo en el último año y un 35% en el último mes, declarándose consumidores frecuentes.

Las cifras de consumo excesivo son preocupantes: 1.461.000 colombianos presentan un consumo riesgoso de alcohol, y 995.000 personas ya han desarrollado patrones de dependencia. Este consumo desmedido puede causar graves daños al organismo, siendo uno de los más silenciosos y peligrosos la hepatitis alcohólica.

"El alcohol puede causar daño hepático, produciendo una hinchazón o inflamación del hígado que destruye sus células. Y en algunas personas que beben en exceso, puede provocar complicaciones importantes.", dice el Dr. Andrew Keaveny, hepatólogo especializado en trasplantes en Mayo Clinic.

El signo más común de hepatitis alcohólica es la ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos). Otros síntomas incluyen: pérdida del apetito, náuseas y vómitos, sensibilidad en el vientre, fiebre (a menudo baja), cansancio y debilidad, acumulación de líquido en el abdomen (ascitis), y sentir confusión o actuar de manera extraña debido a la acumulación de toxinas.

Factores de riesgo y un vínculo complejo

La hepatitis alcohólica generalmente se manifiesta en personas que han consumido alcohol en grandes cantidades durante muchos años. Sin embargo, la relación entre el consumo de alcohol y esta afección no es tan directa. No todos los que beben en exceso la desarrollan, y algunas personas con un consumo menor sí pueden verse afectadas.

Aunque no hay una cantidad exacta definida para su aparición, la mayoría de los afectados han consumido al menos siete tragos al día durante 20 años o más (equivalente a siete copas de vino, cervezas o tragos de licor). Sin embargo, la hepatitis alcohólica puede afectar a quienes beben menos si presentan otros factores de riesgo:

  • Género: Las mujeres parecen tener un mayor riesgo, posiblemente por cómo el alcohol se procesa en su cuerpo.
  • Obesidad: El exceso de peso en consumidores de alcohol aumenta la probabilidad de hepatitis alcohólica y cicatrices hepáticas.
  • Genes: Algunos estudios sugieren una predisposición genética a la enfermedad hepática inducida por el alcohol.
  • Raza y origen étnico: Personas de piel negra e hispanas podrían tener un mayor riesgo.
  • Consumo compulsivo de alcohol: Ingerir cinco o más tragos en dos horas (hombres) o cuatro o más (mujeres) puede aumentar el riesgo.

Cada vez más frecuente en jóvenes y de aparición más rápida

El Dr. Andrew Keaveny, de Mayo Clinic, alerta sobre una tendencia preocupante: “Existe una afección llamada hepatitis alcohólica aguda, donde el alcohol desencadena un proceso inflamatorio casi inmediato en el hígado, y los pacientes pueden enfermarse seriamente, muy rápidamente, con síntomas repentinos que pueden incluir ictericia, confusión, náuseas y vómitos.”

Y añade: “Algunos de los casos más trágicos de enfermedad hepática relacionada con el alcohol que recibimos ahora son de personas jóvenes que consumen en exceso o que hacen ‘atracones’ de alcohol.”

¿Cómo se trata? La abstinencia es clave

La principal y más crucial medida para revertir el daño hepático o evitar que la enfermedad progrese es dejar de beber alcohol para siempre. Las personas que no abandonan el consumo se exponen a problemas de salud mortales.

Aunque existen medicamentos, su eficacia es limitada y conllevan riesgos. El siguiente paso, en casos severos, podría ser un trasplante de hígado. “Consideramos a los pacientes para trasplante de hígado en casos de hepatitis alcohólica. Esto requiere una evaluación muy cuidadosa de múltiples factores: médicos, sociales y psicológicos, para determinar si son elegibles para un trasplante hepático”, concluye el Dr. Keaveny.

Si la enfermedad no se trata y el consumo de alcohol persiste, la acumulación de toxinas que el hígado no puede procesar puede dañar el cerebro (encefalopatía hepática), llevando al coma y, finalmente, a la muerte. También puede derivar en cirrosis (cicatrices irreversibles en el hígado) e insuficiencia renal, que podría requerir diálisis o un trasplante adicional.


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