Son poco conocidos, pero su impacto puede ser devastador. Los sarcomas, un tipo de cáncer raro y de comportamiento complejo, representan menos del 1 % de todos los casos oncológicos, pero su diversidad —más de 150 subtipos— y la agresividad potencial si no se detectan a tiempo, subrayan la vital importancia de un diagnóstico temprano y un tratamiento altamente especializado.
Este cáncer puede manifestarse en casi cualquier parte del cuerpo, desde huesos hasta tejidos blandos como músculos, grasa, nervios o vasos sanguíneos. En Colombia, su incidencia es de aproximadamente 1.5 casos por cada 100.000 habitantes, según datos de Globocan 2020. Su baja frecuencia no disminuye la necesidad de visibilidad y conciencia, especialmente en el marco del Día Internacional del Sarcoma.
La diversidad y el riesgo: ¿Quiénes están expuestos?
La rareza de los sarcomas no es sinónimo de menor gravedad. Su amplia diversidad representa un reto médico considerable, ya que cada uno de los más de 150 subtipos reconocidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) demanda un abordaje diagnóstico y terapéutico muy específico. Entre los más conocidos figuran el liposarcoma, el fibrosarcoma, el rabdomiosarcoma, el angiosarcoma y los tumores del estroma gastrointestinal (GIST).
En cuanto a los factores de riesgo, el doctor Sergio Cervera, líder quirúrgico de la Unidad Funcional de Mama y Tejidos Blandos del Centro de Tratamiento e Investigación sobre Cáncer (CTIC), explica: “Es importante considerar los síndromes hereditarios, la exposición a radiación o a ciertos químicos, así como estados de inmunosupresión. Sin embargo, no existe un perfil de riesgo claramente definido”.
Aunque pueden aparecer a cualquier edad, los sarcomas afectan con frecuencia a adolescentes, adultos jóvenes y niños. A menudo, se presentan como un bulto que crece progresivamente, a veces acompañado de dolor. Sin embargo, también pueden manifestarse con síntomas más inespecíficos, como pérdida de peso o dolor abdominal, dependiendo de su ubicación en el cuerpo.
Sarcomas óseos vs. Sarcomas de tejidos blandos: Diferencias clave
Existen dos categorías principales de sarcomas:
- Sarcomas óseos: Son tumores malignos que se originan en los huesos. Aunque poco frecuentes, suelen afectar a niños, adolescentes y adultos jóvenes. Los más conocidos incluyen el osteosarcoma, el sarcoma de Ewing y el condrosarcoma. Pueden causar dolor persistente, inflamación o fracturas espontáneas. Su tratamiento exige un enfoque multidisciplinario que combina cirugía, quimioterapia y, en algunos casos, radioterapia. La detección temprana y el manejo en centros especializados son cruciales para un mejor pronóstico.
- Sarcomas de tejidos blandos: Se desarrollan en estructuras como músculos, grasa, nervios o vasos sanguíneos, y constituyen cerca del 80 % de todos los sarcomas. Pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo y a cualquier edad, manifestándose comúnmente como un bulto que crece progresivamente, con o sin dolor. Los subtipos más frecuentes son el liposarcoma, el leiomiosarcoma y el fibrosarcoma. Su tratamiento principal es la cirugía, complementada con radioterapia o terapias sistémicas, según el tipo y la extensión del tumor.
El imperativo de un diagnóstico y tratamiento especializado
Una de las mayores dificultades con los sarcomas radica en su rareza, lo que puede llevar a que muchos médicos no los reconozcan de inmediato. Se estima que un médico general podría encontrarse con apenas dos o tres casos en toda su carrera. Por ello, los expertos hacen un llamado enfático a la población: ante cualquier lesión sospechosa o masa persistente, es fundamental consultar y, si es necesario, buscar una segunda opinión con médicos especializados en sarcomas.
“El tratamiento debe ser liderado por equipos con experiencia específica en sarcomas. Está demostrado que los pacientes atendidos en centros especializados tienen un mejor pronóstico”, advierte el doctor Cervera. Y añade una advertencia crucial: “Incluso una biopsia mal realizada puede condicionar negativamente el tratamiento posterior.”
La cirugía sigue siendo el pilar del tratamiento, frecuentemente complementada con radioterapia, quimioterapia o terapias dirigidas de última generación. Incluso en casos con metástasis, algunos subtipos como el sarcoma de Ewing o los GIST pueden responder favorablemente al tratamiento, prolongando significativamente la vida de los pacientes.
A pesar de su complejidad, la buena noticia es que todos los sarcomas pueden ser curables si se diagnostican a tiempo. Por esta razón, los especialistas insisten en la importancia de la educación médica continua, el fortalecimiento de las rutas de atención oncológica y el acceso a unidades funcionales multidisciplinarias que garanticen la mejor atención para los pacientes en Colombia y la región.