- El impacto ambiental de los vehículos eléctricos depende de la fuente de energía. Aunque los vehículos eléctricos no emiten gases directamente, si la electricidad que los alimenta proviene de fuentes contaminantes, su impacto se reduce considerablemente.
En medio del auge de los vehículos eléctricos en Colombia (con más de 9,000 unidades vendidas en 2024 según la ANDI y Fenalco) surge una pregunta clave: ¿realmente están ayudando a reducir las emisiones de CO₂? Aunque la tendencia apunta a una mayor conciencia ambiental, aún persisten dudas sobre el verdadero impacto de estos vehículos en el medio ambiente.
Una investigación conjunta entre el Politécnico Grancolombiano y la Universidad del Caribe de República Dominicana, liderada por la docente Andrea Carolina Sánchez, revela que la respuesta no es tan simple. Aunque los carros eléctricos no emiten gases directamente, su impacto ambiental depende de cómo se genera la electricidad que los alimenta. Si esa energía proviene de fuentes contaminantes como el carbón o el petróleo, el beneficio ambiental se reduce considerablemente.
¿Colombia está?
El estudio encontró que el transporte es responsable del 78% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el país. Pero hay buenas noticias: gracias a que el 75% de nuestra energía proviene de fuentes hidroeléctricas (el 20% se genera con termoeléctricas y el resto con el ingreso de fuentes de energía renovables no convencionales, como la solar y eólica), los vehículos eléctricos sí marcan una diferencia significativa. Esto convierte a Colombia en un escenario favorable para que la movilidad eléctrica tenga un impacto real en la lucha contra el cambio climático.
Por ejemplo, un Tesla Model 3 emite solo 0.016 kg de CO₂ por kilómetro, frente a los 0.07 kg que emite un Toyota Prius híbrido. Esto representa una reducción del 77% en emisiones. Es decir, en Colombia, sí vale la pena hacer el cambio. La investigación demuestra que, con una matriz energética limpia, los beneficios de la movilidad eléctrica son tangibles y medibles.
¿Qué falta para acelerar esta transición?
Aunque en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali se han logrado avances importantes en la instalación de estaciones de carga para vehículos eléctricos (gracias a iniciativas de empresas como Celsia y Enel X) aún persisten grandes desafíos en materia de infraestructura. La cobertura sigue siendo limitada fuera de los principales centros urbanos, lo que dificulta el acceso a esta tecnología en regiones intermedias y rurales. Esta brecha territorial pone en evidencia la necesidad de una planificación más equitativa que garantice que la movilidad eléctrica no sea exclusiva de las grandes ciudades.
Para que la transición energética sea verdaderamente inclusiva, es fundamental que las políticas públicas se enfoquen en descentralizar la infraestructura de carga y fomentar el desarrollo de redes eléctricas sostenibles en todo el país. Invertir en estaciones de carga accesibles, incentivar la adquisición de vehículos eléctricos mediante beneficios tributarios y promover el uso de energías renovables son pasos clave.
Además, la percepción de que los vehículos eléctricos son costosos o poco prácticos sigue siendo un obstáculo. Para cambiar este pensamiento, se requiere una combinación de incentivos gubernamentales, campañas de educación ambiental y una mayor oferta de modelos accesibles. La transición no solo debe ser tecnológica, sino también cultural y social.
¿Colombia vs otros países?
El estudio también analizó a República Dominicana y Suecia. En el primero, aunque hay avances en movilidad eléctrica, el 76% de la energía proviene de fuentes termoeléctricas, lo que limita el impacto ambiental. En cambio, Suecia, con una matriz energética libre de fósiles, logra una reducción del 97% en emisiones al usar vehículos eléctricos. Esto demuestra que el contexto energético es determinante para que la movilidad eléctrica sea realmente sostenible.
Suecia se convierte así en un referente global, no solo por su tecnología, sino por su modelo energético integral. Mientras tanto, países como República Dominicana enfrentan el reto de transformar su matriz antes de ver resultados significativos. Colombia, con su alta participación de hidroeléctricas, tiene una ventaja competitiva que debe aprovechar con urgencia.
El llamado es claro: no basta con cambiar el tipo de vehículo, hay que cambiar el sistema que lo alimenta. La movilidad eléctrica debe ir de la mano con una política energética limpia, accesible y sostenible. Solo así podremos hablar de una verdadera transformación hacia un futuro más verde.